Sigo sin encontrarle una explicación lógica al partido que se marcó el Real Madrid el domingo pasado en tierras béticas. Frente a un equipo que marchaba posicionado más cerca del descenso que de Europa, con un técnico cuestionado y con una directiva a la que se le pide desde hace meses su dimisión, Zidane no supo aprovechar la situación para afianzarse en el liderato de la liga española, su tan “codiciado” título. Y entrecomillo porque esa “codicia” hay que demostrarla regularmente, y no solo ante el Barcelona, si no ante todos los oponentes del campeonato doméstico. Así, y solo así, se ganan las ligas. Increíble que, a solo 12 jornadas para el final del torneo liguero, el Madrid se mostrase en el Villamarín desorientado, impreciso y, lo que es peor, aparentemente desmotivado. Otro regalo al Barça.
