Otro catastrófico encuentro del Barcelona a las puertas de una Final de Champions hizo que de nuevo el equipo culé se quede apeado de su aspiración de ser campeón de Europa tras cuatro años en blanco. Esta vez fue en Anfield, una auténtica olla a presión que creyó en todo momento en un equipo (el Liverpool) que más que tener once jugadores parecía contar con once fieras convencidas absolutamente de la remontada. Con una fe encomiable, los jugadores de Klopp pasaron por encima de un conjunto catalán que, sin parecer haber aprendido nada de lo que le ocurrió hace un año en Roma (en donde encajó otro sonrojante 4-0) cometió todos los errores que un equipo de categoría no puede cometer: faltas de concentración, errores infantiles, escasa tensión y, por si fuera poco, un Messi aun viendo venir el desastre. Verle caminar por el césped sin ambición ninguna mientras el sueño europeo se diluía, era el ejemplo más evidente de la impotencia generalizada que vivieron todos los futbolistas blaugranas este martes. Habrá que ver qué futuro le espera a un Valverde que, si bien acaba de renovar y tiene a su alcance aún el doblete (Liga y Copa del Rey) no esperaba ni de lejos no disputar la Final de Champions en el Wanda el próximo 01 de junio ¿Y quién decía que el madridismo ya no podía celebrar nada este año? Porque mucho se hablaba de que el conjunto culé y su afición podrían terminar festejando su título continental en La Cibeles. Y visto lo visto, me temo que al final fueron miles de madridistas a los que se les pasó por la mente hacerse un viaje relámpago a Canaletas para celebrar la eliminación de su eterno rival ¡Impensable!
