- Cuando el árbitro indicó el final del partido de esta noche entre el Madrid y el City, lo primero que me vino a la mente fue aquello que hace dos años me repetí en más de una ocasión: "qué posibilidad más remota poder volver a vivir una Final de Champions entre los dos grandes equipos de Madrid" Pues bien, dos años después el destino (o más bien el esfuerzo de ambos clubs) me ha demostrado que en esta vida, con ganas e ilusión, se puede llegar a tener una nueva oportunidad. Para los rojiblancos, de vengarse deportivamente de su eterno rival logrando la que sería su 1ª Copa de Europa; los atléticos se plantan en la tercera gran Final europea de su Historia y ya vienen mereciendo una alegría de este calibre. Los blancos, que esta noche accedieron a su 14ª Final de Champions, tratarán de hacer buena su etiqueta de ganador de partidos decisivos para conseguir la que significaría su 11ª Copa continental, que se dice pronto. Ayer los colchoneros accedieron a la gran cita del 28 de mayo en Milán sufriendo -y de lo lindo- y sacándole de nuevo el máximo rendimiento a su disciplina, a su rigor defensivo, y a su práctico sentido de ataque. Por su parte, los merengues obtuvieron hoy su pase a la Final derrotando por la mínima a un Manchester City insólitamente descafeinado, con una de las peores presiones que he visto en mucho tiempo, y con un jugador titular con dorsal 42 llamado Yayá Touré (fundamental en las últimas temporadas de los citizens) que se presentó en el Bernabéu con un sobrepeso notable. Aun así, en el minuto 88, el desapercibido Kun Agüero le cortó la respiración a la afición madridista con un golpeo magistral desde fuera del área que bien pudo suponer un "injusto" empate en el marcador. Sea como fuere, y muy por encima de la preferencia particular entre uno u otro equipo de la capital de cara a la gran Final, el éxito con mayúsculas es del fútbol español en general, y del fútbol de Madrid en particular ¡Enormes ambos!
