- Los jugadores presididos por Florentino Pérez, tras su revitalizadora victoria del sábado pasado en el Camp Nou, saltaron ayer al césped del Volkswagen-Arena de Wolfsburgo con una premisa clara: mantener la imagen ofrecida en Barcelona para poner pie y medio en las semifinales de la Copa de Europa. Pero el plan falló; el Real Madrid, que concluyó el encuentro con unas cifras elevadas de posesión, tomó el avión de regreso a la capital con dos goles en contra y ninguno a favor, un resultado difícil de pronosticar a priori. El primer tanto alemán llegó de penalti en una acción tan polémica, que ni viendo repetida varias veces la acción con la mejor de las cámaras Slow-motion del mercado queda claro si fue Casemiro quien impactó en Schürrle, o fue éste quien contactó con el madridista en su intento por golpear el balón. Sea como fuere (y aunque pienso que esta decisión arbitral fue muy rigurosa) para mí la derrota merengue de anoche fue totalmente justa. El Wolfsburg, que viaja 8º clasificado de la Bundesliga con solo 38 puntos en su haber (a 34 puntos del primer clasificado, el Bayern München de Guardiola) jugó su fútbol directo, creyó en sus cartas, apostó sin miedo por lo que sabe hacer, y el plan le salió a la perfección. Sí, el Madrid pudo haber marcado algún gol que le hubiera dado mucha más vida para el partido de Vuelta del próximo martes, pero también el conjunto local pudo haber hecho el que hubiese significado un dolorosísimo 3-0. Y es que, en el fútbol, al menor descuido a este nivel te acaban pasando por encima. Ahora bien, a pesar del magnífico resultado obtenido ayer por el club alemán ante el Real Madrid en la Ida de 1/4 de Final de Champions, pocos se atreverán a jugarse hoy nada importante a favor de la clasificación de los germanos. Y es que, como dijo Ramos nada más finalizar el encuentro de ayer, "oir rugir al Bernabéu impone". Será necesario, porque el club blanco no remonta una eliminatoria europea en contra desde la temporada 2001-02.
* Foto: Дмитрий Журавель